sábado, 12 de outubro de 2013

Con otros nombres y la misma eficacia


Era la noche del reencuentro, con tranquilidades encima, sin histerias, con certezas, sin urgencias. Volvía la Selección a jugar ante su gente, en el Monumental, ahora ante Perú, en la última parada de local en estas Eliminatorias rumbo a Brasil 2014. Y lo hacía el equipo de Alejandro Sabella con la clasificación asegurada. Y con ciertos retoques en la formación. No en el sistema, claro. Porque el técnico decidió mantener el 4-3-3 para recibir a un rival diezmado por las lesiones y sin grandes motivaciones a la vista, alejado de la chance de ir al Mundial y con el nombre de Ricardo Gareca asomando en el nuevo proyecto para iniciar en enero el ciclo posterior al de Sergio Markarian. Pero sí lo hacía el seleccionado, en cambio, con otros nombres por esas cuatro ausencias notorias. Banega, Biglia, Lavezzi y Palacio por Gago, Mascherano, Messi e Higuaín. Con el regreso de la defensa titular, esa que no pudo exhibir Argentina en la fecha anterior, en su visita a Paraguay, cuando atrapó el boleto a la Copa del Mundo con un lapidario 5-2.

Se trataba, al fin y al cabo, de una muy buena oportunidad para sacar nuevas conclusiones. Un puñado de intérpretes diferentes, la Selección sin Messi, una cita en celeste y blanco como todas esas que suceden con un gran amor: aunque no se trate de un día en el que se definen grandes cosas, se deja el alma igual. Como corresponde.

Y volvió a ganar Argentina. Y volvió a mostrar su poderío ofensivo, incluso con cierta independencia de los nombres ofrecidos. Una suerte de lujo sólo propio de los seleccionados de elite.

Y con este 3-1 sobre Perú se aseguró el primer lugar en las Eliminatorias. El duelo del martes en Montevideo será clave para Uruguay. Argentina volverá a jugar por el prestigio. Lo demás ya está en el bolsillo, bien asegurado.

Aquella duda de Sergio Romero al salir ante un Claudio Pizarro inspirado, ese delantero que a los 35 años ya anunció que el martes ante Bolivia se despedirá de su seleccionado, le abrió paso a un silencio de incredulidad. Golazo peruano, 1-0, 20 minutos de juego. Entonces, había que salir a tapar enseguida el mal momento. Y en dos minutos Lavezzi estampó el empate despues de una muy buena atajada de Diego Pennny ante el cabezazo de Federico Fernández tras el córner de Di María.

Cuando el propio Lavezzi marcó el segundo después de una muy buena jugada colectiva (la inició Agüero, la prolongó Di María, Palacio despachó el centro y la terminó el Pocho ), sobre los 34 minutos de juego, ya estaban claras las diferencias de categoría entre los unos y los otros. Las flaquezas defensivas les habían dado paso, como suele suceder cuando están Higuaín y Messi en el equipo, al tremendo poder de fuego del seleccionado. Y eso que Di María y Agüero, dos de losCuatro Fantásticos “originales”, no terminaban de emerger en esa dimensión que exhiben frecuentemente.

Sobre los dos minutos del segundo tiempo llegó Marcos Rojo sobre la izquierda y Palacio convirtió el tercero. Lavezzi dos, Palacio uno. Ahora llegaba el tiempo de amasar la goleada esperada. Perú, con tres en el fondo que se hacían cinco cuando retrocedían por los costados Luis Ramírez y Juan Manuel Vargas; con cinco mediocampistas y Carrillo y Pizarro allá adelante, terminó de discutir la pulseada . Agüero sacó un terrible latigazo que por muy poco no fue el cuarto. Di María presionaba. Banega y Biglia controlaban el medio. Era todo de Argentina ante un equipo peruano que sólo apostaba a la contra, como esa en la que Benavente, que había entrado por Edwin Gómez, se perdió el descuento.

Mientras Erik Lamela entraba por Palacio, la Selección seguía buscando con voracidad el cuarto gol. Rodrigo salió después de un enorme despliegue, y sobre todo, después de un gran partido. Junto a Lavezzi, claro, fueron a nivel individual los puntos más altos de rendimiento aunque el desequilibrio colectivo que terminó imponiendo Argentina sobre un tibio seleccionado peruano también incluyó la influencia de los otros intérpretes del medio hacia adelante. Y el acompañamiento de los de atrás, desde luego, que más allá del sobresalto en el gol de Pizarro (un gol que en un Mundial se puede llegar a pagar muy caro, es cierto) y otras tenues llegadas visitantes en el segundo tiempo, pasaron una noche calma.

Siguieron pasando los cambios. Maxi Rodriguez entró por Lavezzi, Somoza por Di María en el último minuto, y se terminó el trámite. Pero ya no había espacio para modificaciones relevantes en el desarrollo. No tuvo el envase de una goleada, es cierto. Pero los aplausos del final en el Monumental certificaron la sensación: mientras Brasil asoma en el horizonte, el trámite se cumplió con creces...


Sugestão e comentários de Ernesto Sobocinski Marczal

O confronto entre Argentina e Peru pela penúltima rodada das eliminatórias foi, para mim, uma partida de significados um tanto quanto controversos. Como grande parte das matérias destacavam sobre o jogo, as duas equipes já tinham suas ambições definidas na disputa classificatória, a seleção anfitriã com sua vaga já assegurada e a visitante despojada de qualquer esperança de obter sua passagem para o Brasil em 2014. De certa forma ambos estavam, de acordo com o jargão esportivo, cumprindo tabela. O que não significa que o embate tenha sido ruim, mas somente a constatação de que não possuía a mesma tensão de uma partida em que os pontos em disputa poderiam afetar as equipes de modo mais contundente. 

Parte desta falta de apelo pôde ser observada, in loco, no próprio Monumental de Nuñez, onde a torcida presente esteve longe de lotar as arquibancadas e desfrutou o jogo de maneira quase descompromissada. Entre os poucos cartazes dispostos pelos hinchas locais, talvez um dos mais interessantes, destacado não muito sutilmente pela transmissão televisiva estatal, fosse o de apoio a presidente argentina, ainda em recuperação de uma intervenção cirúrgica. Com a frase “Fuerza Kristina. Te Keremos!!!” a paixão política, tão evidente quanto a futebolística no país, condessada na última década em torno do Kirchnerismo (seja em manifestações de apoio ou repúdio) não deixava de marcar presença na cancha. 

Além da própria conjuntura do jogo em meio a competição, a ausência de alguns dos principais jogadores do selecionado argentino, entre os quais Lionel Messi, também contribuiu para a diminuição do entusiasmo com relação à partida. Diante destas considerações, um dos problemas mais flagrantes, sobretudo por parte da imprensa esportiva, foi como tornar esse encontro pelas eliminatórias algo mais atrativo. Curiosamente a possibilidade discursiva veio das próprias contingências, devidamente relatadas na maioria das reportagens. Sob tal aspecto, o embate contra o Peru passou a ser encarado como uma oportunidade de testar a capacidade da equipe como um todo, uma prova importante para avaliar suas condições coletivas, inclusive para mostrar suas possibilidades para além da eventual dependência de determinados jogadores diante da eminente disputa de uma Copa do Mundo. Uma mostra interessante da relação estabelecida entre o esporte e a(s) mediação(ões) dos variados veículos de comunicação, como construtores de significados em diálogo com o público diante de um fenômeno massivo, que deve resguardar sempre um ponto de interesse. Nesse caso oriundo da própria ressignificação do esvaziamento competitivo da disputa esportiva.